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Mujeres, violencia y sociedad de consumo

By on diciembre 1, 2015

“La mujer es el negro del mundo. La mujer es la esclava de los esclavos” 

John Lennon

Ricardo Luis Mascheroni  |  

El 17 de Diciembre de 1999, la Asamblea General de la ONU, estableció que los 25 de Noviembre de cada año, se recuerde este día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, para sensibilizar a la opinión pública sobre un tema con muchas aristas y de dolorosa actualidad.

Desde 1981, organizaciones de mujeres evocaban la fecha, rememorando el brutal asesinato en 1960, de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de República Dominicana, por orden del dictador Rafael Trujillo.

Se estableció el día, en razón de que este problema no es menor, el que anida en concepciones y prácticas arraigadas.

La fecha, visibilizó y puso sobre el tapete, una lacra socialmente aceptada y culturalmente reiterada en la casi clandestinidad, contra la cual, muchas, venían luchando en cierta soledad y falta de comprensión.

¿Cómo o por qué se aceptan violaciones a los más elementales derechos humanos y a la dignidad de las mujeres?

Sin afirmar digo, que tal vez, haya sido producto de paradigmas imperantes por siglos, impulsados mayoritariamente por hombres (sacerdotes y científicos), que marcaron su mala impronta en la relación hombres-mujeres.

Desde ese punto de vista, hemos tenido por un lado, uno: religioso fálico, de amo y dominador del mundo y por el otro, el científico mecanicista, con una visión fragmentada, mecánica y materialista de las cosas, que todo lo pesaban, medían, controlaban y apropiaban.

Estas corrientes de pensamiento, originadas en las religiones o las ciencias, se trasladaron a la política, la educación, la economía, el arte y en definitiva a todas las áreas de la vida, abarcando a toda la cultura y realización humana.

No nos olvidemos que la Tierra, Gaia, la Naturaleza y las mujeres pertenecen al género femenino y que el modelo de civilización predominante a través de la ciencia y la técnica, siguiendo a Francis Bacon, ha querido “subyugar a la naturaleza, presionarla para que nos entregue sus secretos, atarla a nuestro servicio y hacerla nuestra esclava”, lo cual no ha sido una excepción para la femineidad en general. Partiendo de ese marco de ideas, responsable de muchos de los descalabros sociales y ambientales que debemos padecer, a la mujer le ha tocado la peor parte.

Esa idea de poder, que si bien ha perjudicado a muchos hombres en países empobrecidos, a las mujeres las ha condenado a la indigencia y las desigualdades más absolutas.

El esquema de dominación mundial, tiene su correlato sexual, en el que: “La violencia contra la mujer es el resultado de un desequilibrio de poder entre el hombre y la mujer, y la violencia sirve para mantener dicho desequilibrio”.

El que se materializa en la agresión física, el incesto, violación, circuncisión femenina y la explotación financiera, como también en el mal trato sexual, hostigamiento e intimidación en los lugares de trabajo, trata de blancas, prostitución forzada, feminicidio y la presentación degradante en los medios de comunicación.

La vergonzosa utilización y exposición de la mujer en los medios de comunicación, en especial, la televisión, ha hecho del exhibicionismo y la procacidad una constante, aparentemente tolerada, por muchas mujeres.

Esa manipulación, conduce a situaciones abusivas y denigrantes de la condición humana, lo que es multiplicado a niveles nunca vistos en noticieros y programas conventilleros, hoy llamados de chimentos, ante el silencio de muchos.

La sociedad consumista, que basa su ideal de vida en el tener, en la que todo se compra y se vende, ha adormecido nuestros sentidos, y aceptamos como normales nuevas pautas que prohíjan una cultura del no compromiso y de la prostitución social generalizada.

En forma para nada inocente, han instaurado la idea de que la mujer es un objeto y que como tal es una mercancía, que se pone a disposición de la ley de la oferta y la demanda, en definitiva al mejor postor.

La figura del patriarca mediático, se reproduce y así se habla de las mujeres “de” Tinelli, Fort, Sofovich, etc., con poder de vida y obra sobre las mismas. Cualquier resistencia o reparo de parte de ellas, es condenado a la aniquilación, mediante la exclusión del programa.

Los nuevos proxenetas, ponen a disposición de los sectores más favorecidos por el sistema, incluidos a los barones de la soja, una legión de estrellitas destinadas a fiestas privadas, presentaciones y agasajos varios.

La realidad, haría ruborizar al guionista y director de la famosa película “Una Propuesta Indecente”.

Como decía George Bernard Shaw: “Toda sociedad que desee basarse en un alto nivel de integridad, debería organizarse de manera tal que haga posible que todos los hombres y todas las mujeres puedan vivir de su trabajo con una razonable comodidad, sin vender sus afectos y sus convicciones”.

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